viernes, 30 de mayo de 2008

Huayna Potosi III

La tercer noche del viaje fue muy diferente, todavía no me atrevo a catalogarla de buena o mala; el descanso fue reparador pero el dormir a esa altura (Refugio a 4650 msnm) produjo efectos raros, creo que han sido los sueños mas raros en mucho tiempo los que tuve.
La noche anterior me había dicho que continuaría con el ascenso dependiendo de como amanecían mi cabeza y mi garganta, la primera amaneció que quería explotar, la segundo en perfecto estado y para sorpresa no había nada de cansancio ni macruca, mi espíritu demandaba seguir, no podía ser que este a dos días de la cumbre, a uno de la nieve y mi cuerpo me falle en este momento.
Bajando al desayuno recordé las sensaciones vividas en el glaciar, lo frió que estaba el ambiente y lo deshidratado que me llegue a sentir cuando estaba finalizando la travesía, estábamos con tanta ropa por el frió, pero calientes por la caminata y las exigencias por lo que era imposible no sudar; recordé el esfuerzo que demandaba cada pendiente y cada tranco largo, la falta de aire a medida que se avanza es impresionante; pero la algarabía al llegar a la meta pago todo, ya habíamos dicho y no en todo de consuelo que con la experiencia de llegar al glaciar se pago la aventura.
Ahora tocaba si asumir aquella frase o ir por mas, en ese momento me recordaron la experiencia en Villa Tunari y lo que este dolor implicaba; concientes de que el agua necesita hervirse para ser purificada, pero si se pasa la mano de fuego esta desaparece decidimos continuar con la travesía.
Preparamos todo el equipo, la ropa, los botines, los lentes de sol, el agua y los alimentos. A las 11:00 estábamos partiendo, esta ves el camino era mas exigente, las pendientes mayores, inclusive en algún tramo el camino se perdió entre las piedras, pero el paisaje era aun mas bello, veíamos las nubes a nuestra altura, nos topamos con un joven coreano que volvía de hacer cumbre, se veía en su rostro la satisfacción de haber alcanzado un sueño, estaba desecho físicamente pero tenia ese algo en su rostro que nunca antes había visto.
A medida que subíamos el pulso se aceleraba; altura, cansancio o emoción?? Nunca lo sabremos. Lo cierto es que cada uno dio lo mejor de si, entrego todas su fuerzas y llego lo mas alto que sus circunstancias le permitieron, quizás no hicimos cumbre pero si llegamos lo mas alto que se puede llegar por fuerzas propias, no vencimos a la montaña pero nos vencimos a nosotros mismos, iniciamos la batalla sabiendo que seriamos derrotados pero igual dimos nuestra mejor pelea y eso quedara en nuestras conciencias.