martes, 2 de diciembre de 2008

Sobre payasos

El otro día escuche en la radio la historia de unos jóvenes que se disfrazaban de payasos y visitaban chicos en los hospitales para llevarles un poco de alegría. De acuerdo con un pediatra la felicidad en los chicos es más efectiva que cualquier antibiótico, no tengo la fuente pero me gusta creer la idea ya que me emocione hasta el final con la interpretación de Pacht Adams realizada por Robin Willans.
Escuchando la historia de estos jóvenes pensé en voz alta, algo que mi esposa escucho y no compartió; la exclamación fue “Quiero ser payaso”, el silencio reino y como dice una buena amiga, “a lo hecho, pecho” me lance con todo y le dije:
“Quiero ser payaso, ¿vos crees que yo seria un buen payaso?”.
Volcó hacia mi con una mirada un poco desorientada, como que mi pregunta la agarro en curva y dijo para si misma, finalmente enloqueciste; pero con mucho amor y ternura me respondió un “no se” que significaba, "para nada, te esta patinando pero en otro sentido".
Esa misma tarde fuimos a visitar a mis padres, al llegar Gabriel (el mayor de mis sobrinos) nos recibio con un aire de desprecio, ese momento entendí que era porque hace mucho que no los visitaba y jugaba con ellos así que me sumergí en su mundo por completo, me volví un niño mas dentro del juego mientras ella nos observa a los 3 caernos, saltar, correr, hablando un lenguaje en cierta manera incomprensible para los demás. Reímos un rato, nos cansamos y compartimos como hacia tiempo.
Esa noche ya en la casa ella me dijo; “!Serias un excelente payaso!, hoy cuando te vi con tus sobrinos salio el niño de adentro y arranco sonrisas de sus caritas”, mas allá de hacerme feliz por darme cuerda en una de mis ideas locas y mas allá de una charla que muchos podrían catalogar de trivial y sin sentido fue importante para nuestro matrimonio porque ella vio y yo entendí que podemos ser otra persona sin dejar de ser quien somos. Que no es que variemos con el entorno en el que nos encontramos sino que en algunos momentos damos lo mejor que tenemos para hacer de ese momento el mejor, cuando nos ponemos serios y trabajadores en la oficina, alegres con nuestros seres queridos o payasos con los niños por dar los ejemplos que se me vienen a la mente.
Quizás nunca intente ser un payaso de verdad pero reconozco que tengo una debilidad por los niños y me encanta escuchar esas risas cargadas de nobleza e inocencia, quizás busque en un futuro próximo la manera de compartir con mas niños y cargar mi alma de su genialidad, de su inocencia y creatividad; almenos hasta que tengamos los nuestros y junto con mi esposa les dediquemos todo lo que somos.