lunes, 11 de junio de 2012

Para compartir

Una de las personas que más admiro y a quien cariñosamente llamo mi segunda mama es mi hermana, una mujer integra, trabajadora y luchadora, madre y hermana abnegada que siempre que pudo aun sacando fuerzas de flaqueza se la jugó hasta el final por la familia. El año pasado fue diagnosticada con leucemia, fue un terrible golpe para la familia como se podrán imaginar. Una noticia como esta cala en lo mas profundo, y se necesita de mucha fuerza para salir adelante, fuerza que precisamente vino de ella para todos nosotros, fuerza que ella tubo para no aferrarse a una idea y explorar opciones, fuerza y fe para acercarse al creador con humildad y sin reproche alguno. Hoy quiero compartir que la operación a la que se tenía que someter fue realizada por Jehová sin bisturí alguno y los últimos análisis presentados al médico han sido calificados como un milagro divino. Hoy quiero agradecer al padre celestial por obrar de esta forma en ella y restaurar mi fe diezmada con los últimos acontecimientos. Hoy quiero compartir el testimonio que Dios opera en nuestras vidas cuando se lo pedimos.